El campo asturiano fue, hasta los cambios introducidos en el presente siglo, un paisaje agrario de extremada complejidad, lleno de matices al estar basado en un policultivo de subsistencia estructurado en torno a un espacio organizado en elementos diferenciados y en el que la ería o sienra (tierras de pan) era el referente fundamental de un terrazgo propiedad en su mayor parte de la Iglesia y los Mayorazgos.
La actividad agraria giraba alrededor de la quintana, núcleo de la vida familiar en el que se emplazaban la casa y los elementos auxiliares (hórreo, establo, pajar), el huerto, y un espacio libre, la antoxana, en el que se hacían las labores complementarias o se ponían las facinas o varas de hierba (almiares). Formando parte de la quintana, en estrecho contacto con ella, se encontraba la llosa o cortina, espacio destinado a plantaciones de manzanos, frutales en general y, en ocasiones, de lino, alcacer, etc.
EI agrupamiento de varias de estas quintanas formaba la Aldea o Lugar, generalmente sobre los terrenos menos productivos, y a su alrededor se organizaba el espacio agrario: las erías, tierras cerealísticas en las que se cultivaba trigo o escanda (ésta última muy bien adaptada al clima atlántico), que a partir del siglo XVI irían cediendo paso al maíz (éste, de gran rendimiento, dejaba intercalar otros cultivos como las habas, los guisantes, el panizo, etc.); los prados se situaban por lo general "raya abajo" de la aldea (sobre todo los regados) y, "raya arriba", los campos cerrados por árboles o arbustos, normalmente avellanos, para diferenciarse de los abertales o pastos comunales. Los montes, aunque eran espacio de reserva fundamental para las actividades ganadera y forestal, también fueron objeto de rozas o roturaciones para su aprovechamiento agrícola. EI concejo abierto lo dividía en lotes que podían así ser labrados. La mortera era el espacio de monte de labor colectiva, principalmente se dedicaba al cultivo de la escanda o el centeno.
Se trataba, por tanto, de una economía campesina muy empobrecida, con una dieta alimenticia fundamentalmente vegetariana a base de pan (después de boroña de maíz), habas o potaje de verdura, con pocos aportes cárnicos, a lo que hay que añadir las castañas, hasta hace bien poco importantísimas. Los quesos y mantecas se destinaban principalmente al pequeño mercado local, y la leche a los niños y los ancianos.