Durante los siglos XVI y XVII, el aislamiento asturiano respecto de los centros de decisión del Imperio Español es tal que en 1518 los dominicos llegados a Uviéu para fundar su convento se referían a la "montaña fragosa", al igual que los jesuitas se referían a Asturias como "unas Indias que tenemos en España". Fué ésta una época de hambres, epidemias y catástrofes como los incendios de Avilés y Uviéu, que devastaron sus cascos urbanos, causas y consecuencias de la pobreza de la población sometida a durísimos trabajos en una tierra en manos del Clero y la Nobleza en su mayor parte.
Sin embargo, entre tanta debilidad, en 1574 se funda la Universidad de Uviéu a expensas del asturiano Fernando de Valdés Salas, Inquisidor General, Arzobispo de Sevilla y confesor del emperador Felipe II, que sin duda pretendía sacar a su País del estado de secular abandono y atraso, aunque bien es cierto que desde una óptica que veía a Asturias como una tierra "descristianizada" y , por tanto, como "tierra de misión" o "Indias" de España.
En el siglo XVIII se dan una serie de circunstancias favorables a la aparición de una corriente de pensamiento entre sectores de las clases poderosas que dará lugar al florecimiento de la Ilustración. La gran tradición del País en los intercambios por vía marítima favorecerá la entrada a través de sus puertos de las obras de Rousseau, Voltaire y los Enciclopedistas, y con ellas las nuevas ideas de progreso del continente. Es el llamado "Siglo de Las Luces", en el que destacará (entre una pléyade de nombres) con "luz propia" Don Gaspar Melchor de Jovellanos, uno de los personajes más notables del siglo en España, y con Asturias como una de sus principales fuentes de razonamiento y preocupación por su progreso económico y cultural: será el primero en realizar un verdadero programa de desarrollo basado en el aprovechamiento racional de los recién descubiertos yacimientos carboníferos (con la consiguiente planificación de las infraestructuras necesarias), el establecimiento de comunicaciones terrestres interiores y con la Península, y las enseñanzas científico-técnicas.
El 25 de mayo de 1808 la Junta General del Principado se proclama
soberana, contra un poder central doblegado a la autoridad de los franceses,
envía embajadores a Inglaterra y declara la Guerra a Napoleón