evidencias que atestiguan las primeras presencias de pobladores en el actual territorio asturiano nos sitúan en el entorno de los 100.000 años de antigüedad, fecha que nos aporta la adscripción cultural de los muchos materiales hallados con una significativa dispersión territorial que alcanza su mejor expresión en las costas y la cuenca central, penetrando por los valles a la búsqueda de zonas favorables para la caza, la recolección y la habitación. Es el momento comprendido entre el Achelense y el Musteriense, es decir, entre el Paleolítico Inferior y Medio.
A lo largo del Paleolítico Medio (80.000- 35.000 B.P.) se consolidan estas poblaciones documentando su presencia a través de materiales aparecidos en cuevas, terrazas fluviales y playas, con la aparición por primera vez de instrumentos trabajados en hueso. No obstante, es en el Paleolítico Superior (35.000-10.000 B.P.) cuando se constata la presencia importante de grupos de Homo Sapiens Sapiens ocupando abrigos y cuevas en los que aparecen gran cantidad de herramientas líticas y óseas, y una producción artística de gran importancia conectada con otras áreas cantábricas y de la Francia actual, siendo el asturiano el arte paleolítico que marca la frontera más occidental de Europa, con una temática parietal basada en animales, signos y representaciones antropomorfas, y un arte mueble de gran brillantez.
Entre el X y el IV milenios, coincidiendo con el fin de los tiempos glaciares, el paisaje natural comienza a adquirir el aspecto actual con la estabilización de la línea costera y la extensión del bosque atlántico. Es el momento en que aparecen las culturas epipaleolíticas en las marinas central y oriental: el Aziliense y el Asturiense. Es una época de importantes cambios culturales en los que al arte se reduce a la expresión mobiliar, especialmente a través de objetos trabajados en hueso o cornamentas y cantos rodados pintados y emparentados directamente con los que descubriese Piette en el Mas d'Azil, desapareciendo en el Asturiense. Esta última cultura tiene en los llamados picos asturienses los útiles más característicos, que serían empleados en la recolección de moluscos, tal como atestiguarían los abundantes restos de lapas, mejillones o bígaros encontrados en los yacimientos estudiados.