Con el bautizo comienza el ciclo vital de los asturianos. Los padrinos regalan el bollu o pegarata (pan dulce o mantecado) a sus ahijados , cada año por Pascua, y hasta que aquél se case. Hacia los catorce años los hasta entonces chiquillos ingresan en el grupo de los mozos con todas las prerrogativas: el cortejo, las luchas rituales como pruebas de virilidad, etc. Precisamente una de las costumbres relacionadas con el cortejo fué la de hacerlo de forma colectiva los mozos en casa de la moza ante sus padres; sin olvidar la de "char la presona", que se hacía en la habitación de la chica, sentado él en el borde de la cama y acostada ella en camisa.
El casamiento consistía en el rebodu o petición de dádivas para los recién casados (para hacer frente al primer año) que se acompañaba de tabaco y cantiellos (trozos de pan dulce). Se celebraba la boda con el correspondiente banquete en casa de la novia, y la tornaboda, con el acarreo del ajuar de la novia en carro del País acompañado de gaita, y seguido de todos los invitados montados a caballo hasta la casa del novio; una vez allí, si era el mismo día de la boda, se hacía un banquete con comida y cena, y si era ocho días después, se hacían cena y baile al son de la gaita hasta el alba.
El entierro viene marcado por el velatorio, en el que se Ilora el cadáver (hasta con plañideras profesionales); la oblada que se pone en la sepultura: pan, vino, carne, granos, etc. (los más pudientes llevaban una novilla delante de la comitiva fúnebre); o el hábito de no quitarse la montera más que para echar un puñado de tierra (después de besarlo) en el féretro. Seguidamente se celebra el banquete funerario, que termina con el responso del cura y el atrancar de ventanas de la casa.
En cuanto al ciclo festivo en el período invernal de Navidad a carnaval se suceden las comedias, petición de aguinaldos y comilonas, los disfraces...; Cuaresma, Semana Santa y Pascua son momentos de purificación, cultos y propiciaciones, con sus prácticas piadosas, bendiciones, ayunos, abstinencias y procesiones. En mayo, con el canto del cuco, se abre un nuevo ciclo del renacer de la vida que marca su hito en San Juan, fiesta del solsticio de verano y de contacto con el mundo de las xanas, hogueras y danzas rituales, de virtudes milagrosas del fuego y el agua, de enramado de fuentes y ventanas. En esta temporada veraniega se prodigan las romerías y fiestas patronales, con la hoguera en la víspera, alboradas al son de la gaita, procesiones de panderos y ramos, la erección de mayes (árboles hincados), la puja del ramo, el baile y la comida en el prado de la romería, sucediéndose bailes y juegos hasta el día siguiente. Las salees o procesiones marineras con la bendición de las aguas del mar también tienen lugar en este tiempo, que finaliza con la cosecha y la bajada de los ganados de los puertos.
Noviembre abre un nuevo ciclo ("en Todos los Santos la nieve por los altos") que avisa de la llegada del invierno, con la preparación para la estación fría, con el culto a los antepasados, la celebración de la matanza del cerdo, es tiempo de recogimiento.