Tras el ridículo ante el Levante, el Sporting ha vuelto a convertirse en el equipo tambaleante y gris que lleva siendo desde que cayó a segunda va ya para un lustro. El Sporting despidió el año decepcionando a los 9.500 fieles que desafiaron el frío polar por ver el último partido del año. Se esperaba una reacción, pero esta no llegó, ni siquier frente a un Salamanca inapetente que incluso estuvo a punto de llevarse el partido. Pablo Amo y Villa hicieron lo poco bueno del Sporting, que no se cansó de mandarle balones al menudo atacante. A pesar de la presión salmantina por las bandas, el Sporting acabó por abrirse paso por el medio, y alcanzó el gol por mediación de Dani Borreguero, que aprovechó un buen pase de Villa. No sirvió de nada, porque en el descuento de la primera mitad, los salmantinos aprovecharon el clásico error en la defensa asturiana para que Robert colase el tanto del empate. A los de Acebal volvía a quedárseles cara de pasmo y, para más Inri, el gol salmantino venía tras un lanzamiento de falta. En la segunda parte el Salamanca solo disparó una vez a puerta, mientras el Sporting lo intentó todo, pero, negados cara a la portería, los rojiblancos vieron como la madera y la mala fortuna repelían lo que fueron por lo menos tres ocasiones claras de gol. El Sporting sigue con su depresión, que ya va para crónica.