Entre tangos y caceroladas

Información facilitada por Francisco Javier F.López - Fuente: La Nueva España Susana Fernández Manzano es la asistenta
social que está al frente de la oficina de información al emigrante que la
Consejería de Asuntos Sociales abrió en el Centro Asturiano de Buenos
Aires. Desde el pasado mes se ha convertido en testigo excepcional de este
caótico momento histórico que está viviendo Argentina y que ningún
analista se aventura a asegurar cómo terminará.Susana Fernández llegó a la capital de Argentina el pasado 4 de diciembre
y dos semanas después se vio sorprendida por el inicio de las
«caceroladas» y por el continuo desfile de presidentes por la Casa Rosada.
"La gente está ya muy cansada y decepcionada, pero sobre todo indignada
por no poder retirar su dinero de los bancos", explicó telefónicamente
desde el centro bonaerense, donde mañana y tarde recibe a emigrantes que
desean conocer a qué ayudas pueden acceder o cómo tramitar su retorno a
España. Asegura que su trabajo le resulta muy gratificante, "pese a que es
muy duro oír a una familia que tiene que vivir con mil pesos al mes, un
dinero que no le da ni para cubrir gastos".
Pese a que hace más de un mes que está en Buenos Aires apenas conoce la
ciudad. "Este trabajo te absorbe por completo y además las recomendaciones
son que no salgas por la noche por la inseguridad, el tirón está a la
orden del día. Puede haber una "cacerolada" en cualquier momento. Cada dos
pasos te encuentras a policías con chalecos antibalas. Es inquietante".
Y es que Buenos Aires ya no es ni la sombra de la ciudad alegre y
cosmopolita que años atrás atraía a turistas desde todos los puntos del
planeta. "La vida social descendió mucho, casi desapareció, especialmente
durante la noche. Los restaurantes están prácticamente vacíos. Por
ejemplo, en la Avenida 9 de Mayo, donde los restaurantes tienen grandes
comedores, lo normal es que sólo estén dos mesas ocupadas, incluso durante
los fines de semana", precisó.Incluso el prestigioso restaurante del Centro Asturiano no escapa, pese a
su fama en toda la capital, a la crisis. Como mucho tiene tres mesas
ocupadas; los únicos comensales suelen ser los pocos turistas que vienen",
comenta Susana Fernández.

Pasear por las calles bonaerenses resulta igual de decepcionante. "Te
encuentras pizzerías cerradas, también tiendas de ropas y zapaterías que
no hacía mucho tiempo estaban abiertas". Éste es el espectáculo que día
tras día se encuentra Susana Fernández cuando desde el Centro Asturiano
regresa caminando a su hotel en la Avenida 9 de Mayo. "El resto de
comercios permanecen abiertos, pero con rejas que impiden la entrada de
los clientes, porque los propietarios tienen miedo a los saqueos". La
transacción se hace a través de los barrotes de hierro a cualquier hora
del día.La asistenta social del Principado toma el pulso día a día a los
emigrantes asturianos que desfilan por su despacho. «Perdieron toda
esperanza de que esto mejore, me dice la mayoría, que ya tiró la toalla, y
en muchos casos lo dice con pena porque están en Argentina desde niños».

Susana Fernández explica que muchos de los emigrantes no quieren regresar
porque en España tienen miedo a no sentirse españoles, y además tienen en
Argentina a toda su familia y a todos sus amigos. "Además, aunque se
decidieran a marchar, ni pueden vender sus casas ni pueden sacar el dinero
de los bancos", comenta con desesperanza Susana Fernández. "Los argentinos
ya perdieron la confianza en todo y en todos", resume la asistenta social
del Principado.

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